El turista, e incluso el propio almagreño, tienda a relacionar exclusivamente a Almagro con su patrimonio cultural, gastronómico y arquitectónico, obviando que esto no es lo único que ofrece la localidad. Almagro no solo presume de patrimonio histórico, sino que está enclavada en un entorno natural admirable como lo es el Campo de Calatrava. El término municipal de Almagro posee un sinfín de elementos susceptibles de convertirse en recursos turísticos, encaminados a servir como complemento perfecto de los recursos que ya se gestionan en la ciudad.
En los alrededores de Almagro podemos descubrir un medio natural modificado por la acción humana en los últimos milenios, lo que ha dibujado un paisaje característico del Campo de Calatrava. Encontramos varios volcanes de todo tipo, destacando entre todos el más popular: el Cerro de la Yezosa. A su espalda se extiende la Dehesa de los Hilares, un estrecho y ondulante valle que ha sido cultivado y habitado desde tiempo inmemorial, lo que se prueba con los yacimientos arqueológicos que lo rodean, como el de “Bocapucheros”, ubicado como la mayoría en la Edad de Bronce. La explotación de la agricultura ha sumado en la evolución de un paisaje interesante, cultivándose almendro, olivo o viñedos; y dejando construcciones típicas como las norias, las majadas o las casas de labor. Por otro lado, caminos históricos como el de Toledo a Granada, han tenido un papel muy importante viendo transitar personas y mercancías en los últimos 800 años.
Una amplia variedad de flora, con manchas de bosque mediterráneo; además de fauna, especialmente de aves, pueblan también bellos parajes cercanos al núcleo urbano almagreño como la Hoya de Nandín, un claro ejemplo de los maares del Campo de Calatrava.